Una de las formas más conocidas de evitar el ataque de los vampiros, es ayudarse de su aversión a los ajos, colocándonos una ristra de ellos alrededor del cuello. Por supuesto, dichos seres de la oscuridad proceden del mundo de la ficción, pero existe una enfermedad, la porfiria, que tiene unos síntomas exactos a los que padecía el conde Drácula.
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