Charles de Gaulle, en el sur de Francia, se acercó a Benito, formado con su unidad, y le arregló el nudo de la corbata. París estaba a punto de caer. Winston Churchill, en Plymouth, se acercó a Benito, le extendió la mano y le dijo: "Gracias por ayudarnos". Empezaba la batalla de Inglaterra. Benito nunca quiso recoger las medallas y las pensiones a las que tenía derecho.
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