El 11 de octubre de 1895, el vapor Sultán se encontró una ballena muerta a 20 millas del puerto de Gijón y decidieron remolcarla hasta los muelles. Tras informar a las autoridades, estas resolvieron que el enorme animal fuera trasladado a una pequeña cala situada cerca de la playa del Rinconín, donde gracias al trabajo de varias parejas de bueyes y con la ayuda de la marea, quedó depositada en la orilla.
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