A comienzos de la década de los 70, un grupo de investigadores médicos decidieron estudiar una pregunta inusual. ¿Cómo respondería una audiencia médica a una conferencia que careciera completamente de contenido, pero que fuera conducida por una autoridad convincente? Para averiguarlo, los autores contrataron a un apuesto actor al que dieron el nombre de Dr. Myron L. Fox. Se inventaron un impresionante currículum para él y lo anunciaron como una autoridad en matemáticas y comportamiento humano. Al final, la audiencia rellenó un test.
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