Los vascos y gallegos acuden hoy a las urnas sin suficientes garantías democráticas, sin poder elegir realmente a sus representantes, ya elegidos previamente en listas cerradas por los partidos, sin la confianza necesaria en el sistema, rodeados de un insoportable hedor a corrupción y despilfarro, sin la seguridad de que los partidos vayan a cumplir sus promesas electorales, sin saber siquiera con quien pactarán los partidos para formar gobierno. Todas esas incognitas son reflejo de la enorme degradación de la democracia española.
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