Siempre se dice que es por el dinero. Sin embargo, varias líneas supersónicas resultaron ser rentables, al menos marginalmente. British Airways, por ejemplo, le sacaba veinte millones de libras anuales a sus vuelos Londres-Nueva York y Londres-Barbados en Concorde; y se dice que al final recuperaron mil setecientos millones en total frente a una inversión de mil millones. Ya en 1984, algunos medios afirmaban que el avión supersónico anglo-francés había logrado romper la barrera del beneficio (aunque Air France no se enteró mucho). [...]
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