#11#12 Como has preguntado me he puesto a mirar (de forma muy sencilla y rápida, ojo, que esto no es un estudio, es una muestra). Lo primero que he pensado ha sido en el sesgo de la prensa y en el síndrome de la "niña blanca perdida", que quizá seleccionan los casos por sensacionalismo y clicbait cutre.
Gracias al trabajo de los SEO's me ha resultado relativamente fácil hacer la muestra..
Se ve que los medios escogen qué noticias promocionar, mientras que cuando somos los meneantes quienes hacemos los envíos, la muestra es más igualitaria. Así que.. sí, parece que eran sensaciones mías.
#2 ¿Seguro? Creo recordar que hace años, los narcos para completar la capacidad añadían la carga con carne humana, los soltaban pegados a la costa y salían corriendo. luego les resultó más rentable meterlos en pateras de usar y tirar con el mínimo motor para atravesar el estrecho
#8 de pequeño había un niño gitano en la clase de mi hermano que siempre pillaba ostias de una "maestra"...
Cuando se enteraron mis padres se presentaron en el colegio, mi madre vestida como una señora pija para la ocasión y mi padre detrás con casaca militar, palestina al cuello, boina y gafas de sol dentro del colegio...
Y callado todo el rato... lo único que dijo él fue "pues si esta deprimida, se da de baja!"
La "maestra" acabo llorando, sin necesidad de cruzarle la cara aunque lo merecía... y por supuesto no volvió a soltar una bofetada ni al amigo de mi hermano ni a nadie
#8 Yo también. En el parvulario con 4 años de brazos en cruz y mirando a la pared, o teniendo que apretarte los labios para cerrarlos como si fuera una pinza, o cachetes o capones, o levantar a un niño tirando de la oreja o de la patilla. Y todo por nimiedades. Una vez un niño no se sabía una canción que había que cantar en grupo y le cayó un buen castigo. A un niño de 4 años, hay que joderse.
Si pudiera volver atrás en el tiempo iba a forrar a hostias a semejantes bestias.
#16 Eso no eran castigos, eran torturas. Quien no se ha tirado una hora con los libros en los brazos en cruz y con la frente a un centímetro de la pared (pero ni se te ocurriera apoyarte) no sabe lo mucho que llega a doler. Te arden los músculos y te tiembla todo pero como sabes que si te vienes abajo empiezan los golpes con la regla de madera o los tirones de oreja o patillas aguantas más mal que bien.
UNA vez me lo hicieron, nunca más. Salí del colegio aterrorizado.