Lo curioso es que muchas feministas presionan para que hablemos con los dos generos: "nosotros y nosotras, hombres y mujeres..." y muchas veces ya simplemente para que hablemos en femenino refiriendose al grupo de personas.
Solamente utilizan esa correcion de genero cuando se refieren a los manifestantes, a los afectados o a la ciudadania en general. No asi cuando lo hacen sobre los representantes del poder. Nunca les he oido decir "banqueros y banqueras, opresores y opresoras...". Directamente utilizan el genero masculino dando a entender que el unico que oprime es el hombre.
Pues que conmigo no cuenten.
#11 De acuerdo con tu comentario, excepto en una cosa: seguirles el juego a los malos y llamar "privilegios" a algo que en realidad son derechos (como la estabilidad laboral), y que no se convierten en privilegios por el hecho de que a los demás se los estén arrebatando. Es algo así como decir que gozamos del privilegio de la vida porque a otros los están matando. No. No debemos ceder a su neolengua. Ni privilegios, ni copagos, ni nada. Las cosas, por su nombre.
Yo soy funcionario de carrera, después de aprobar tres veces y obtener finalmente mi plaza en un proceso de concurso-oposición (todos esos que hablan de "un trabajo para toda la vida por aprobar un examen" no tienen ni idea, y deberían informarse antes de piar). También he trabajado en la privada. La diferencia fundamental no es siquiera la seguridad en el puesto: la principal diferencia es que, en la privada, tu jefe te dice blanco y es blanco, aunque la ley diga negro (ejemplos: horas extras no pagadas, realizar funciones que escapan de mis obligaciones y competencia, etc.). Ahora, como funcionario del Estado (soy profesor de Secundaria), me puede venir el ministro de Educación a ordenarme que haga algo contrario a derecho o al bien de mis alumnos, que lo mando a paseo con toda la tranquilidad.
Hablo de derechos. Siempre he defendido que, por suerte o por desgracia, el funcionariado en este país siempre ha visto respetados más sus derechos que el resto de los trabajadores, dado que el Estado no es una empresa, no debe mirar por sus beneficios sino por la calidad de los servicios que presta. Los que se contentan cuando a nosotros nos recortan derechos, aparte de responder al prototipo patrio (yo estoy mal, pero no quiero estar mejor, quiero que el de al lado esté peor y así estoy contento) son, en mi opinión, un poco lelos: los derechos que se nos respetan a los funcionarios son el máximo teórico a que cualquier trabajador puede aspirar en este país, porque el Estado es bastante escrupuloso en eso. Por desgracia, no digo que sea justo ni bueno, el funcionario siempre estará mejor (por otra parte, el sistema de oposiciones público es libre y está ahí para quien lo quiera). Así que si un trabajador de la privada piensa que está mal, que pida que los funcionarios estén peor: él, dentro de poco, estará peor aún, ya que el nivel de derechos de aquel con quien se compara ha bajado.
Nos bajaron el sueldo. Nos lo congelaron. Hoy han congelado el salario mínimo interprofesional, una basura que apenas da para comer, y nadie se escandaliza (aparte de volver a congelármelo a mí). A eso me refiero. No digo que todo el mundo deba luchar por el sueldo de los funcionarios (que cada uno se preocupe por lo suyo es lo normal). Digo que la gente debería más luchar para mejorar en lo suyo, y no sentarse delante de la TV y alegrarse cuando putean a otros. Estamos perdiendo la batalla, compadres.