Mi padre me ha dado dos hostias en mi vida: una por echar a correr a una calle con coches pasando y otra por pegarle yo a mi hermana. Eso antes de cumplir los 15 años. Con la edad me reconoció que siempre se arrepintió de haberme levantado la mano, se sintió como el que le pega a un animal indefenso. Años después la lie por saltarme clases y en vez de pegarme, dejó de hablarme casi un mes. Eso me dolió muchísimo mas que las dos hostias, os lo aseguro.
Murió hace tres años y por suerte, pude pasar con él todo el tiempo del mundo, me lo llevé de viaje, a comer cada mes, hablábamos cada día. Siempre me repitió que no era mi amigo, sino mi padre y que un padre no tenía que ser un amigo porque si no, se difuminaban los límites. Pero era la ÚNICA persona que me decía lo orgulloso que estaba de mi, y que yo era lo mejor que había hecho en su vida.
Los padres se equivocan, pero si tenéis la suerte de tenerlos cerca, por favor, id a decirles (si corresponde, claro) que menos mal que los tenéis. Porque cuando se van, ese whatsapp que no vuelve, esa llamada que no llega, esa comida que ya no tienes...pesa más de lo que uno nunca puede imaginar.
Murió hace tres años y por suerte, pude pasar con él todo el tiempo del mundo, me lo llevé de viaje, a comer cada mes, hablábamos cada día. Siempre me repitió que no era mi amigo, sino mi padre y que un padre no tenía que ser un amigo porque si no, se difuminaban los límites. Pero era la ÚNICA persona que me decía lo orgulloso que estaba de mi, y que yo era lo mejor que había hecho en su vida.
Los padres se equivocan, pero si tenéis la suerte de tenerlos cerca, por favor, id a decirles (si corresponde, claro) que menos mal que los tenéis. Porque cuando se van, ese whatsapp que no vuelve, esa llamada que no llega, esa comida que ya no tienes...pesa más de lo que uno nunca puede imaginar.