En el año 2009 trabajé como odontólogo para Dentaline Valencia, una cadena de franquicias de clínicias dentales tres días a la semana. Acababa de mudarme de forma temporal y no me quedó más remedio. Necesitaba un trabajo rápido y del que me pudiese ir cuando quisiese.
Al terminar el primer mes de trabajo, comprobé alarmado que no había cobrado. Una semana después y tras discutir con la directora de la clínica, un ejecutivo vino a la clínica a entregarnos una carta donde se aseguraba que Dentaline iba a ser comprada por no se qué fondo de inversiones y que tuviésemos paciencia que cobraríamos todos al mes siguiente los atrasos y el sueldo correspondiente. Además empecé a ver cosas raras: presupuestos inflados, intentos de engaños a pacientes de edad avanzada, endodoncias a dientes uniradiculares que se cobraban como bi o triradiculaes...pedí explicaciones a la directora. Uno de los odontólogos me dijo que era práctica habitual.
Al segundo mes no cobré. Pasé de discutir y sencillamente no fui a trabajar. Me llamaron durante todo el día hasta casi partirme el móvil. Al día siguiente llame a la centralita de la empresa y nadie me cogió el teléfono...y así durante 1 o 2 semanas.
Acudí al colegio de Odontólogos de Valencia que pasó olímpicamente de mi incluso exponiendo lo de los presupuestos manipulados. "¿Es que no sabías donde te metías?"- me dijo uno de los secretarios.
Denuncié a Dentaline para el pago de la deuda y no se presentaron al acto de conciliación.
Abrí un canal en Facebook llamado "Grupo de afectados por Dentaline".
Durante la primera semana éramos 10 personas. A las 5 semanas éramos casi 2000. Se produjo una explosión total y ocurrió algo que yo no sabía: no sólo eramos profesionales los afectados (odontologos, protésicos y auxiliares) sino también pacientes: gente a la que, con el tratamiento pagado, habían dejado tirados en la calle. Me llegaban correos de todas las partes de España, uno en especial me tocó profundo: era un abuelo de Barcelona que se había dejado los ahorros de su vida para pagar la ortodoncia a sus dos nietas (una de ellas con discapacidad) y que al acudir a la clínica para empezar el tratamiento se la encontró cerrada, sin aviso alguno.
El grupo seguía creciendo,conseguimos organizar una demanda conjunta y en Andalucía se ganó vía FACUA. Yo no ví ni und uro de lso casi 3000 euros que se me adeudaban, pero sinceramente me dio igual, todo fuese por hundir a esa manta de hijos de puta.
Meses después nos enteramos que uno de los dos jefes estaba en búsqueda y captura.
Presentadas las demandas y ganadas muchas de ellas y aconsejado por mi abogado que me dijo que no cobraría nada, me olvidé del tema.
Pasaron dos años desde mi despido. Vivía ya en Madrid y me llega una llamada. ¿Es usted Ignatius Reilly? Y digo, sí, ese es mi nick en Facebook.
"Somos de Delitos Informáticos, tiene usted una denuncia". Me pidieron la dirección y la denuncia me llegó.
Resulta que al ser el fundador del grupo de Facebook y como en él, algunos pacientes desesperados habían amenazado al dueño de Dentaline y lo habían insultado, según el código penal yo tenía responsabilidad sobre esos insultos. Y el muy hijo de la grandisima puta, además de no pagarme, me había denunciado.
Fui a juicio y lo gané. Años después ese hijo de puta montó una red de clínicas en Andalucía a nombre de su mujer.
MORALEJA: por encima de esos miserables sin alma, la culpa es del Estado que no legisla con algo tan serio como la salud y que da cobijo a estos hijos de la grandísima.
Portada
mis comunidades
otras secciones
Jódete tú, los comentarios en MNM no fueron borrados.
Por cierto, irrelevante lo que diga este mamarracho.