Los buenos profesores solo necesitan dos cosas para dar clases de primera: pizarra y tiza. Y los alumnos, con un cuaderno, lápiz y borrador, van más que sobrados. No hacen falta libros escolares ni nada más. El temario ya está establecido en el BOE y es tan sencillo que el maestro no debería tener problemas en enriquecer la clase con ejemplos y actividades inventadas. Pero claro, es más fácil darles el libro o el iPad y pasarse la hora sin hacer nada.