España sigue plagada de empresaurios (sí he dicho empresaurios) que se consideran dueños y señores de sus empleados y, aunque ganaran mas dinero aplicando horarios intensivos por ejemplo, la mayoría no estarían dispuestos a prescindir del gusto que da dominar a otras personas, e incluso creerse dueño y señor de estas, haciendoles trabajar más horas.