Supongo que a estas alturas todos conocemos la historia y por lo que nos ha llegado habremos configurado en alguna medida nuestro propio relato:
Un productor de cine que recibía a las actrices en batín para “hablar de negocios”, se entiende.
Años después, al calor de las nuevas perspectivas que desembocaron en, vamos a decir movimientos, aunque desde aquí parecen más etiquetas, tipo #blacklivesmatter, #metoo o el “yo si te creo”, ya en nuestro idioma.
El contexto estaría más o menos claro, falta acabarlo de definir. Es como algún tipo de chantaje, grosso modo, ¿no? Ysi no me la chupas pues ya me buscaré a otra actriz para la próxima peli.
Y esas se supone que son las víctimas de Harvey Weinstein, que creo que ya ha sido condenado.
Pero no va de eso el tema, la cuestión es que si esas señoritas, señoras o...¿señores? (vaya, creo que acabo de encontrar una grieta en el lenguaje inclusivo), y fíjese vd. que las debemos haber visto a todas en un pantalla bien grande), si esas personas que de alguna manera han padecido ese tipo de coacciones… creo que quedará más claro con un ejemplo, y perdón por los nombres propios.
Supongo que todos recordamos a la espléndida Cate Blanchett en la saga del señor de los anillos, en su papel de Galadriel. Cate está en la lista de denunciantes públicas de las conductas de Weinstein, algo que por cierto es de agradecer.
Y precisamente por eso no me gustaría ser demasiado riguroso pero supongo que a la franqueza con franqueza debe responderse. No voy a decir que Cate y las demás en su posición sean cómplices de Weinstein, cuando si la situación ha llegado hasta donde está no deben tener de él un recuerdo agradable. Pero lo cierto es que pudieron obtener un beneficio en transigir con las pretensiones espurias del productor. Tan lamentables como que las cosas son así desde que el mundo es mundo y el hombre es hombre.
Los habrá que más, los habrá que menos, claro. Del mismo modo que a algunas candidatas les pudo parecer una ganga el trato propuesto, a otras la decisión se les ha ido tornando más amarga con el tiempo y otras, desde un primer momento, simplemente no aceptaron.
Al final no son pocas las mujeres que en mundos de hombres sacan el mejor partido de todas sus aptitudes a cualquier precio. De todas sus aptitudes. La necesidad y la dignidad suelen tirar de uno en direcciones opuestas.
Esas conductas caen en alguna medida dentro del ámbito de la complicidad mencionada, del mismo modo que la conducta de Weinstein es a la postre la de una víctima de sus propios impulsos, como no pocos hombres.
Me parece una reflexión oportuna en estos tiempos donde las relaciones entre hombres y mujeres parecen, en general, en algún punto enrarecidas o vistas con más suspicacia aún de la habitual, quién sabe si por la desconexión de la realidad que suponen las redes sociales o es sólo una figuración de mi impresión personal.
Pero si Weinstein tiene algo de víctima de sí mismo y sus denunciantes algún lamentable grado de complicidad, ¿dónde están entonces las verdaderas víctimas?
Entro en la wiki, veo que hay un apartado “supervivientes”. (Joder, a ver si es que mató a alguien y no me había enterado… O he entrado en la wiki de Charles Manson… que por cierto, tampoco mató a nadie, pero eso ya es otra historia) Total, que veo que Mira Sorvino y Ashley Judd fueron “desaconsejadas” desde la productora y señala que “no cumplieron con Weinstein”. Perder un papel por no ceder ante determinadas pretensiones ilegítimas ante las que otras sí se doblegan sí que parece un perjuicio claro, por mucho que sólo cada uno sabe su circunstancia y con su cuerpo hace lo que le da la gana.
Y también la audiencia que, llegados a cierto punto, puede terminar por dudar si lo que está viendo en pantalla son las mejores actrices o las mejores felatrices del momento, y que conste que no son condiciones necesariamente excluyentes. Para bien o para mal suelen ser lo bastante buenas actrices como para no hacernos reparar en ello.
La conclusión es que de algún modo todos somos en alguna medida víctimas de Weinstein. Joder, hasta el puto Weinstein. Pero lo que pone de manifiesto es que, en verdad, la meritocracia es una suerte de ideal utópico a persiguir mucho antes que una realidad práctica y que todas las relaciones en todos los ámbitos, ya sean laborales, de negocios, políticos, etc se hallan impregnadas no sólo de obvias coacciones sexuales en el caso más extremo, sino de diferentes grados en enchufismo, nepotismo, favoritismo por a saber que simpatías hasta el punto de sutilizas indetectables. Y no hay jabón que quite esa mierda.
El que crea que es sólo cosa de mujeres está muy equivocado, puede preguntar a otros tantos en Hollywood, sin ir más lejos del ejemplo propuesto. Tampoco se trata de igualar víctimas y victimarios, evidentemente, pero una vez entendidos los procesos que generan las situaciones no queda apenas ni lamentarse.
Algunos dicen que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Odio esa expresión. No por falsa, en tan cierta como que vivimos en el peor de los mundos posibles. Pero la odio porque lo que sí es cierto de verdad es que vivimos en el único mundo posible. Pero eso no quiere decir que tenga que ser siempre así. De hecho, depende de nosotros. ¿De quién si no?