Alejandro tenía 10 años. Las gemelas de Sallent, una fallecida, la otra grave, han sido un aldabonazo que saca a la luz la gran tragedia. Lucía, 13, dejó una nota de despedida en el colegio: "Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba"
#5:
"Alejandro se suicidó con 10 años. Fue torturado, según acusa su madre, por una profesora y sus compañeros. Pasó durante años. «Un niño inteligente, sensible y educado decidió acabar con su vida», relata Idoya Gil. No quiere que se le olvide. No quiere que vuelva a suceder. Está pasando mucho y cada vez son más pequeños. Como esta semana ha sucedido con las gemelas de Sallent, un nuevo aldabonazo: una, fallecida; otra, extremadamente grave. El suicidio de menores es un drama que ha crecido a niveles que no se recuerdan. Coinciden padres y expertos. Los críos lo piensan más. Lo intentan. Lo consiguen.
Ante los casos como el de Alejandro y las gemelas, las estadísticas se quedan realmente cortas y anticuadas. «Se prefiere mirar hacia otro lado», añade Idoya. Ella relata un sufrimiento continuado. Un maltrato permitido en la escuela, a escasos pasos de la calle Arturo Soria, en Madrid. Era un niño muy pequeño que decidió acabar con su vida tras decir «te quiero». A pesar de que los datos oficiales no cuentan toda la verdad, marcan una pauta de lo que en realidad está pasando.
A mi hijo los compañeros le llamaban 'chivato' y 'protegido'. Además, sufrió el acoso de una profesora
¿Qué sucede? El Instituto Nacional de Estadística reconoce que en 2019 hubo siete suicidios en niños menores de 15 años en todo el país. En el año del inicio de la pandemia, primer golpe, se duplicó la cifra:14. Para 2021, el año en que se suicidó Alejandro, el aumento superaba el 310%, con 22 fallecidos por esta razón. Pero, repetimos, se sabe que son cifras inexactas. Muchos de los casos no se registran como tales, por vergüenza o pudor. De mantenerse la tendencia, desde el año del inicio de la pandemia hasta hoy se ha superado oficialmente ya el medio centenar de niños de menos de 15 años muertos por sus propias manos.
El acoso escolar y digital son las principales razones de esta inestabilidad. Alejandro sufrió el primero. Como niño superdotado era maltratado por sus compañeros. «¡Chivato!». «¡Protegido!». Eran los insultos que recibía a diario. Él lo ocultaba. «Además, sufrió el acoso de una profesora, le temía, sufría por ella», rememora la mamá. «La hemos denunciado a ella y al centro». Idoya vive así su duelo: «Sólo quiero justicia. Que no se vuelva a repetir. Que se haga todo lo posible por evitarlo». Da la cara, suelta su verdad y sujeta la foto de su hijo. Lo mira como si nunca se hubiera despedido.
La Fundación ANAR , en su riguroso informe anual sobre conducta suicida, nos puede ayudar a entender su avance. Sólo en el año 2021, «atendió 748 casos de menores de edad, que en el momento de la llamada estaban intentado terminar con su vida, evitando así que se incrementara sustancialmente el porcentaje de suicidios en estos colectivos». Con datos que sólo llegan a agosto de 2022, esta misma organización certifica que hasta ese momento del año pasado hubo 906 casos. Es decir, en ocho meses se superaron los horrendos datos de todo 2021. El crecimiento es exponencial: en 2019, se contabilizaron 241. Y es sólo una de las organizaciones que ayudan a menores.
Esta institución de ayuda a niños y adolescentes en riesgo tiene otro dato que muestra el terrible avance de este mal entre los niños españoles. O la durísima realidad de los casos de ideación suicida (entendiéndose como el deseo constante de acabar con su propia vida). De 2019 a agosto de 2022, se ha pasado de 717 casos a 2.278 (estimando los resultados a finales de 2022, se llega a quintuplicar la cifra).
DONDE LES CURAN
Entramos al pabellón de niños del Hospital del Niño Jesús, en Madrid. Nos recibe el psiquiatra Carlos Navajas, al que muchos de quienes han trabajado con él le llaman «doctor antisuicidios». Está en primera línea de batalla. A pesar de su hablar calmado, reconoce que «el aumento es muy llamativo. Además, ha bajado la edad media de quienes tienen ideas suicidas». Se suman varios factores, desde la llegada de la pandemia, que removió los cimientos de la sociedad, y que se ha visto «un cambio de paradigma». Tras el confinamiento, llegó volver a socializarse. Se sumó la muerte masiva de abuelos. Sus yayos. Tras ello, una guerra en las puertas de Europa. Con imágenes de niños como ellos, europeos y antaño felices, caminando sin destino. «Estamos viviendo la tormenta perfecta». A lo que se puede añadir otra palabra clave para entender lo que pasa: «Incertidumbre». Y una idea más: «Vivimos el hiperrealismo de la violencia». Habla desde una de las unidades más avanzadas del país, de las mejores de Europa para tratar a los pequeños.
Estamos viviendo la tormenta perfecta
Carlos G. Navajas
En el hospital hay desde campos de baloncesto con canastas transparentes, pasando por centros de juego con terapias que abarcan todo el día y la semana entera. «Hasta hay una con perros que les llenan de ilusión. También viene la gente de la Fundación Real Madrid a ayudar». Su éxito también hace que la ocupación sea máxima. Suelen estar un mínimo de dos semanas.
Aquí se hace un tratamiento de 360 grados. Llegan niños como Z., que intentó matarse -intentaremos no contar los métodos para evitar el efecto imitación- y a quien sus padres, por escasos minutos, pudieron salvarle. Pasó por la UCI pediátrica. Se recuperó físicamente, aunque se temían sus daños neurológicos y de movilidad. Ahora quedaba recuperar su mente y su alma. «Aquí intervienen psicólogos, psiquiatras, enfermeros, celadores, terapeutas ocupacionales, padres, maestros...». Se encargan de llamar a los propios centros educativos para informar y que se activen los protocolos que ya existen en la Comunidad de Madrid.
Hablamos con Mercedes Navío, coordinadora regional de Salud Mental . Se inyectan 45 millones en el nuevo plan de su área: «Con una línea estratégica íntegramente dedicada a la atención de población infanto-juvenil, especialmente dedicada a la prevención del suicidio». Afirma que se «duplicarán las camas de hospitalización pediátricas dedicadas a la salud mental de menores, se abrirán centros de día para estos casos principalmente y se contratarán 370 profesionales más». Pero no se queda en eso. Es necesaria la prevención y una actuación coral: «Los niños necesitan estructura, necesitan certidumbre, necesitan contención emocional».
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la imagen que abre el reportaje, Idoya Gil sostiene la fotografía de Alejandro, su hijo de 10 años. Foto: M.Mucha
La situación a nivel nacional es un galimatías. La línea telefónica 024, puesta en marcha en mayo del año pasado, ha superado ya las 80.000 llamadas (sin desglosar los menores de 15 años). Las comunidades autónomas reconocen la saturación de las unidades de psiquiatría y psicología para niños. «Avalancha», han llegado a calificar en La Voz de Galicia. En Cataluña, donde vivían las gemelas, el 26,8% de los menores de edad se ha autolesionado, y el 43,3% ha tenido ideas suicidas, según se desprende de una macroencuesta de diciembre de 2022. En el I Congreso Nacional de Salud Mental Infantil y Juvenil, realizado en Salamanca, la doctora Ana Maciá Casas iniciaba su intervención con la pregunta: «¿Estamos preparados?».
Se pregunta por qué
Kira se suicidó en Barcelona en mayo de 2021, con 15 años. Su padre, José Manuel López, quien ha reunido 250.000 firmas de apoyo a su causa, un protocolo nacional contra el acoso escolar, es tajante. «Los casos aumentan y se necesita actuar... Cada día me pregunto por qué. Qué puede hacer que una niña de 15 años sienta que no puede más. Qué le pasó en el colegio el día de antes y que temía que le pasara aquel día si volvía a ir. Lo que le esperaba tenía que ser terrible si con tal de no ir a clase prefirió incluso morir». Denunció penalmente al centro educativo. En conversación con Crónica nos cuenta que acaba de saber que su caso se archiva. «Es decir, el bullying no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable». Seguirá por la vía civil.
Como activista, reconoce el aumento progresivo de casos, lo sabe de primera mano.
-¿Por qué después de la pandemia, según usted, han aumentado los suicidios e intentos de suicidio en niñas de la edad de Kira y otros menores?
-Es por la mala gestión de los centros de estudios. Se priorizó el detener el contagio antes que la salud mental de un adolescente.
El 'bullying' no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable
También menciona el descontrol que existe de los padres con sus hijos abusadores. Y su crueldad. «En la clase, tras la muerte de Kira, los que le hacían bullying propusieron hacer una excursión. Y se burlaron de ella, tanto antes como después de matarse». Nos recuerda que le enviaron un mensaje grupal, incluso después de fallecida. Tiene el pantallazo. Se lee: «Muere. Muérete».
No la respetaron ni antes ni después. Recuerda su crueldad: «Cuando mi hija Kira se quitó la vida, había niños de su clase mirando». Lo mismo -según distintos testimonios- ha sucedido con las gemelas de Sallent.
«Si no actúas, ellos se matan». Con ese letrero salieron a la calle los padres de Kira, Oscar, Ilan, Laura, Alan, Alejandro... Todos, víctimas recientes. Todas, con unas vidas prometedoras. Laura Espinosa se suicidó en 2020. Pero todo se pudo anticipar. No hay un protocolo nacional antisuicidio infantil. Tampoco antibullying, como defiende Carmen Cabestany, de la Asociación Nace (No al acoso escolar). «No sólo se ha reducido la edad. Como profesora sé de niños de nueve o 10 u 11 años que no sólo piensan en suicidarse, sino que además ven en eso su única salida». Ilan Barbosa, 11, se suicidó en Ibiza en 2019, martirizado por el acoso."
"Recuerdan todos los entrevistados que no se ha llegado a este punto de la nada. Otro caso ejemplar es el de Lucía, ocurrido hace seis años, cuando aún no se había llegado a esta catástrofe. A ella, una niña murciana de 13 años enamorada del manga, le llamaban «gorda», «lechosa», «fea». Otras veces le clavaban lápices en la espalda y le daban codazos en el estómago. Los motivos del bullying son siempre crueles: por el aspecto, por el origen, por la orientación sexual, hasta por la forma de hablar... En el caso de las gemelas de Sallent, se unieron todos los factores , las acosaban -acusan sus allegados- incluso por no dominar el catalán...
Los desprecios a Lucía eran diarios. El 10 de enero de 2017, se suicidó en la habitación de su casa. Su madre la encontró junto a la litera en la que dormía. Todavía llevaba puestos los auriculares para escuchar música. Aquella mañana, Lucía participó en una terapia de grupo con otros niños que habían vivido intentos de suicidio.
«Ahora es vivir sin vivir. Respirar de forma automática». Así define su realidad desde entonces María Peligros, su progenitora, cuando recibe la visita de Crónica en su nueva residencia. Tuvo que dejar su anterior casa porque no podía soportar vivir en ella sin que estuviera Lucía. Lo mismo le sucede a Idoya, la madre de Alejandro. «Mi lucha es para que no se olvide lo que sucedió... Pero apenas puedo». José Manuel no deja de escribir sobre Kira y los que han sufrido lo que ella. «Como en Sallent, donde ya se niega el acoso».
LAS DESPEDIDAS
Lucía anunció su suicidio tres semanas antes. El mismo día que empezaba las vacaciones de Navidad. Una limpiadora del instituto donde estudiaba encontró tirado en el suelo un escrito a modo. «Me siento sola... No quiero hacer sufrir a nadie de mi familia... Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba». Esa es una constante. Los niños suelen decir adiós. «La noche anterior me abrazó y me dijo que me quería mucho y que era el mejor papi del mundo. Esa fue su forma de despedirse. Ahora lo sé», cuenta el padre de Kira. Una de las gemelas de Sallent escribió: «Estoy cansada de que me hagan bullying en la escuela... Tomé la decisión de no seguir». La otra completó: «Voy a hacer lo que ella decida. La voy a acompañar...».
Cuando murió, María encontró otra nota manuscrita de su hija, perdida en sus cajones. Se trataba de unas reflexiones personales sobre cómo le había ido ese año. Cuando su madre las leyó, se le quebró el pecho. «De siempre he dicho que mi vida es como una montaña rusa, nunca sé por dónde va a ir. En mi instituto no tenía a nadie, sólo me hablaban para insultarme ... Empecé a odiarme a mí misma... Debido a lo que pasó pude olvidar a gente que nunca debió estar en mi vida». Era 29 de diciembre, 12 días después, Lucía ya no existía. Sólo en fotos, en recuerdos, en su ropa apilada en los armarios. El padre de Kira también encontró un mensaje, uno que decía: «Soy como un papel arrugado...» Por el hostigamiento.
EL FRACASO DE LA JUSTICIA
La Fiscalía asumió el caso de Lucía. Se acabó archivando -como el de Kira y el de Alejandro también, aunque siguen luchando- porque los acosadores de la niña eran menores de 14 años y, por tanto, inimputables. La magistrada del Juzgado de Instrucción Nº 9 de Murcia decidió reabrirlo en base a la investigación realizada por el Grupo de Menores de la Policía.
En su posterior sentencia señaló que se habían hecho mal las cosas en su antiguo instituto, que el protocolo falló, pero reconoció que no había a quien inculpar por la muerte de Lucía. Es así la inacción de la justicia para revisitar lo que sucede dentro de los colegios a pesar de que hay pruebas: chats, mensajes de voz, vídeos...
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13 años. Las madres que aparecen en este reportaje dan la cara para que no se repita. Todas las imágenes de los niños aparecen con la autorización de sus respectivas familias. PASCU MÉNDEZ / ARABA PRESS / CRÓNICA
La Consejería de Educación de Murcia cerró el caso con una amonestación a la jefa de estudios de su anterior instituto. Lo poco o mucho que hiciera le valió para no ser imputada. A la despedida de Lucía en el tanatorio sólo fue la profesora de música del instituto donde comenzó a sufrir bullying. Los padres no recibieron ni una llamada de aquel centro preguntando por cómo estaban. Ni siquiera les dieron el pésame.
María tiene ahora 62 años. «Ahora sigo en Instagram a las amigas que siempre estuvieron a su lado. Veo en ellas a Lucía. Pienso cómo sería ella, cómo se hubiera hecho mujer. Mi hija murió por culpa de otros. Eso no es justo. Nunca lo será». Curiosamente, las redes sociales, para más inri, son clave para entender qué sucede. Hay un descontrol, de padres, profesores... es la gran vía del acoso digital. Mortal.
Seis años después del suicidio de Lucía, con las cifras disparadas, estamos en una situación que administraciones y expertos consideran más que preocupante. No son casos aislados y hay que contarlos. Porque ella, Kira, Ilan, Laura, Alejandro... Todos son -deben serlo- inolvidables."
#11:
#6 muchas gracias por copiar y pegar, así he podido leerlo.
Es terrible la situación. Se me hace especialmente duro leer las cosas que dejaron escritas y me sorprende la madurez y la claridad al expresar sus emociones y sentimientos. Cuando leo cosas mías escritas con 13 o 14 años son tonterías y reflexiones absolutamente vacías.
Supongo que la expresión escrita es algo que les ayuda a desahogarse.
El otro día también leí aquí las palabras del hijo de un meneante (siento muchísimo no recordar su nick) y me resultó durísimo.
No sé, cómo sociedad está claro que no estamos preparados para que niños de 10, 13 o los que sean, quieran suicidarse. Ni a nivel comunidad, ni escolar, ni sanitaria, ni nada.
Cualquier granito que pueda sumar para evitar un suicidio bien empleado estara.
#13:
Hay que ser civilizados, hay que seguir protocolos. Pero entre que un niño de mi familia se suicide y causar lesiones a unos pequeños hijos de puta, tengo claro qué es lo acertado y ético.
"Alejandro se suicidó con 10 años. Fue torturado, según acusa su madre, por una profesora y sus compañeros. Pasó durante años. «Un niño inteligente, sensible y educado decidió acabar con su vida», relata Idoya Gil. No quiere que se le olvide. No quiere que vuelva a suceder. Está pasando mucho y cada vez son más pequeños. Como esta semana ha sucedido con las gemelas de Sallent, un nuevo aldabonazo: una, fallecida; otra, extremadamente grave. El suicidio de menores es un drama que ha crecido a niveles que no se recuerdan. Coinciden padres y expertos. Los críos lo piensan más. Lo intentan. Lo consiguen.
Ante los casos como el de Alejandro y las gemelas, las estadísticas se quedan realmente cortas y anticuadas. «Se prefiere mirar hacia otro lado», añade Idoya. Ella relata un sufrimiento continuado. Un maltrato permitido en la escuela, a escasos pasos de la calle Arturo Soria, en Madrid. Era un niño muy pequeño que decidió acabar con su vida tras decir «te quiero». A pesar de que los datos oficiales no cuentan toda la verdad, marcan una pauta de lo que en realidad está pasando.
A mi hijo los compañeros le llamaban 'chivato' y 'protegido'. Además, sufrió el acoso de una profesora
¿Qué sucede? El Instituto Nacional de Estadística reconoce que en 2019 hubo siete suicidios en niños menores de 15 años en todo el país. En el año del inicio de la pandemia, primer golpe, se duplicó la cifra:14. Para 2021, el año en que se suicidó Alejandro, el aumento superaba el 310%, con 22 fallecidos por esta razón. Pero, repetimos, se sabe que son cifras inexactas. Muchos de los casos no se registran como tales, por vergüenza o pudor. De mantenerse la tendencia, desde el año del inicio de la pandemia hasta hoy se ha superado oficialmente ya el medio centenar de niños de menos de 15 años muertos por sus propias manos.
El acoso escolar y digital son las principales razones de esta inestabilidad. Alejandro sufrió el primero. Como niño superdotado era maltratado por sus compañeros. «¡Chivato!». «¡Protegido!». Eran los insultos que recibía a diario. Él lo ocultaba. «Además, sufrió el acoso de una profesora, le temía, sufría por ella», rememora la mamá. «La hemos denunciado a ella y al centro». Idoya vive así su duelo: «Sólo quiero justicia. Que no se vuelva a repetir. Que se haga todo lo posible por evitarlo». Da la cara, suelta su verdad y sujeta la foto de su hijo. Lo mira como si nunca se hubiera despedido.
La Fundación ANAR , en su riguroso informe anual sobre conducta suicida, nos puede ayudar a entender su avance. Sólo en el año 2021, «atendió 748 casos de menores de edad, que en el momento de la llamada estaban intentado terminar con su vida, evitando así que se incrementara sustancialmente el porcentaje de suicidios en estos colectivos». Con datos que sólo llegan a agosto de 2022, esta misma organización certifica que hasta ese momento del año pasado hubo 906 casos. Es decir, en ocho meses se superaron los horrendos datos de todo 2021. El crecimiento es exponencial: en 2019, se contabilizaron 241. Y es sólo una de las organizaciones que ayudan a menores.
Esta institución de ayuda a niños y adolescentes en riesgo tiene otro dato que muestra el terrible avance de este mal entre los niños españoles. O la durísima realidad de los casos de ideación suicida (entendiéndose como el deseo constante de acabar con su propia vida). De 2019 a agosto de 2022, se ha pasado de 717 casos a 2.278 (estimando los resultados a finales de 2022, se llega a quintuplicar la cifra).
DONDE LES CURAN
Entramos al pabellón de niños del Hospital del Niño Jesús, en Madrid. Nos recibe el psiquiatra Carlos Navajas, al que muchos de quienes han trabajado con él le llaman «doctor antisuicidios». Está en primera línea de batalla. A pesar de su hablar calmado, reconoce que «el aumento es muy llamativo. Además, ha bajado la edad media de quienes tienen ideas suicidas». Se suman varios factores, desde la llegada de la pandemia, que removió los cimientos de la sociedad, y que se ha visto «un cambio de paradigma». Tras el confinamiento, llegó volver a socializarse. Se sumó la muerte masiva de abuelos. Sus yayos. Tras ello, una guerra en las puertas de Europa. Con imágenes de niños como ellos, europeos y antaño felices, caminando sin destino. «Estamos viviendo la tormenta perfecta». A lo que se puede añadir otra palabra clave para entender lo que pasa: «Incertidumbre». Y una idea más: «Vivimos el hiperrealismo de la violencia». Habla desde una de las unidades más avanzadas del país, de las mejores de Europa para tratar a los pequeños.
Estamos viviendo la tormenta perfecta
Carlos G. Navajas
En el hospital hay desde campos de baloncesto con canastas transparentes, pasando por centros de juego con terapias que abarcan todo el día y la semana entera. «Hasta hay una con perros que les llenan de ilusión. También viene la gente de la Fundación Real Madrid a ayudar». Su éxito también hace que la ocupación sea máxima. Suelen estar un mínimo de dos semanas.
Aquí se hace un tratamiento de 360 grados. Llegan niños como Z., que intentó matarse -intentaremos no contar los métodos para evitar el efecto imitación- y a quien sus padres, por escasos minutos, pudieron salvarle. Pasó por la UCI pediátrica. Se recuperó físicamente, aunque se temían sus daños neurológicos y de movilidad. Ahora quedaba recuperar su mente y su alma. «Aquí intervienen psicólogos, psiquiatras, enfermeros, celadores, terapeutas ocupacionales, padres, maestros...». Se encargan de llamar a los propios centros educativos para informar y que se activen los protocolos que ya existen en la Comunidad de Madrid.
Hablamos con Mercedes Navío, coordinadora regional de Salud Mental . Se inyectan 45 millones en el nuevo plan de su área: «Con una línea estratégica íntegramente dedicada a la atención de población infanto-juvenil, especialmente dedicada a la prevención del suicidio». Afirma que se «duplicarán las camas de hospitalización pediátricas dedicadas a la salud mental de menores, se abrirán centros de día para estos casos principalmente y se contratarán 370 profesionales más». Pero no se queda en eso. Es necesaria la prevención y una actuación coral: «Los niños necesitan estructura, necesitan certidumbre, necesitan contención emocional».
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la imagen que abre el reportaje, Idoya Gil sostiene la fotografía de Alejandro, su hijo de 10 años. Foto: M.Mucha
La situación a nivel nacional es un galimatías. La línea telefónica 024, puesta en marcha en mayo del año pasado, ha superado ya las 80.000 llamadas (sin desglosar los menores de 15 años). Las comunidades autónomas reconocen la saturación de las unidades de psiquiatría y psicología para niños. «Avalancha», han llegado a calificar en La Voz de Galicia. En Cataluña, donde vivían las gemelas, el 26,8% de los menores de edad se ha autolesionado, y el 43,3% ha tenido ideas suicidas, según se desprende de una macroencuesta de diciembre de 2022. En el I Congreso Nacional de Salud Mental Infantil y Juvenil, realizado en Salamanca, la doctora Ana Maciá Casas iniciaba su intervención con la pregunta: «¿Estamos preparados?».
Se pregunta por qué
Kira se suicidó en Barcelona en mayo de 2021, con 15 años. Su padre, José Manuel López, quien ha reunido 250.000 firmas de apoyo a su causa, un protocolo nacional contra el acoso escolar, es tajante. «Los casos aumentan y se necesita actuar... Cada día me pregunto por qué. Qué puede hacer que una niña de 15 años sienta que no puede más. Qué le pasó en el colegio el día de antes y que temía que le pasara aquel día si volvía a ir. Lo que le esperaba tenía que ser terrible si con tal de no ir a clase prefirió incluso morir». Denunció penalmente al centro educativo. En conversación con Crónica nos cuenta que acaba de saber que su caso se archiva. «Es decir, el bullying no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable». Seguirá por la vía civil.
Como activista, reconoce el aumento progresivo de casos, lo sabe de primera mano.
-¿Por qué después de la pandemia, según usted, han aumentado los suicidios e intentos de suicidio en niñas de la edad de Kira y otros menores?
-Es por la mala gestión de los centros de estudios. Se priorizó el detener el contagio antes que la salud mental de un adolescente.
El 'bullying' no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable
También menciona el descontrol que existe de los padres con sus hijos abusadores. Y su crueldad. «En la clase, tras la muerte de Kira, los que le hacían bullying propusieron hacer una excursión. Y se burlaron de ella, tanto antes como después de matarse». Nos recuerda que le enviaron un mensaje grupal, incluso después de fallecida. Tiene el pantallazo. Se lee: «Muere. Muérete».
No la respetaron ni antes ni después. Recuerda su crueldad: «Cuando mi hija Kira se quitó la vida, había niños de su clase mirando». Lo mismo -según distintos testimonios- ha sucedido con las gemelas de Sallent.
«Si no actúas, ellos se matan». Con ese letrero salieron a la calle los padres de Kira, Oscar, Ilan, Laura, Alan, Alejandro... Todos, víctimas recientes. Todas, con unas vidas prometedoras. Laura Espinosa se suicidó en 2020. Pero todo se pudo anticipar. No hay un protocolo nacional antisuicidio infantil. Tampoco antibullying, como defiende Carmen Cabestany, de la Asociación Nace (No al acoso escolar). «No sólo se ha reducido la edad. Como profesora sé de niños de nueve o 10 u 11 años que no sólo piensan en suicidarse, sino que además ven en eso su única salida». Ilan Barbosa, 11, se suicidó en Ibiza en 2019, martirizado por el acoso."
#12 Por desgracia, en muchos casos de bullying suele haber también profesores que no sólo no hacen nada para evitarlo sino que participan activamente, aunque de manera mucho más sutil, y también animan a los acosadores a seguir con el bullying.
#12 En un caso muy cercano la tutora llegó a participar en ello, organizando una reunión y siendo la portadora del mensaje.
En mi interpretación de los hechos fue manipulada por la cabecilla al mismo nivel que el resto del grupo de adolescentes.
Hace falta más concienciación y mejores protocolos, que a la víctima no se le cambie su vida y todo lo que haya que adaptar sea del lado del acosador, caiga lo que caiga.
"Recuerdan todos los entrevistados que no se ha llegado a este punto de la nada. Otro caso ejemplar es el de Lucía, ocurrido hace seis años, cuando aún no se había llegado a esta catástrofe. A ella, una niña murciana de 13 años enamorada del manga, le llamaban «gorda», «lechosa», «fea». Otras veces le clavaban lápices en la espalda y le daban codazos en el estómago. Los motivos del bullying son siempre crueles: por el aspecto, por el origen, por la orientación sexual, hasta por la forma de hablar... En el caso de las gemelas de Sallent, se unieron todos los factores , las acosaban -acusan sus allegados- incluso por no dominar el catalán...
Los desprecios a Lucía eran diarios. El 10 de enero de 2017, se suicidó en la habitación de su casa. Su madre la encontró junto a la litera en la que dormía. Todavía llevaba puestos los auriculares para escuchar música. Aquella mañana, Lucía participó en una terapia de grupo con otros niños que habían vivido intentos de suicidio.
«Ahora es vivir sin vivir. Respirar de forma automática». Así define su realidad desde entonces María Peligros, su progenitora, cuando recibe la visita de Crónica en su nueva residencia. Tuvo que dejar su anterior casa porque no podía soportar vivir en ella sin que estuviera Lucía. Lo mismo le sucede a Idoya, la madre de Alejandro. «Mi lucha es para que no se olvide lo que sucedió... Pero apenas puedo». José Manuel no deja de escribir sobre Kira y los que han sufrido lo que ella. «Como en Sallent, donde ya se niega el acoso».
LAS DESPEDIDAS
Lucía anunció su suicidio tres semanas antes. El mismo día que empezaba las vacaciones de Navidad. Una limpiadora del instituto donde estudiaba encontró tirado en el suelo un escrito a modo. «Me siento sola... No quiero hacer sufrir a nadie de mi familia... Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba». Esa es una constante. Los niños suelen decir adiós. «La noche anterior me abrazó y me dijo que me quería mucho y que era el mejor papi del mundo. Esa fue su forma de despedirse. Ahora lo sé», cuenta el padre de Kira. Una de las gemelas de Sallent escribió: «Estoy cansada de que me hagan bullying en la escuela... Tomé la decisión de no seguir». La otra completó: «Voy a hacer lo que ella decida. La voy a acompañar...».
Cuando murió, María encontró otra nota manuscrita de su hija, perdida en sus cajones. Se trataba de unas reflexiones personales sobre cómo le había ido ese año. Cuando su madre las leyó, se le quebró el pecho. «De siempre he dicho que mi vida es como una montaña rusa, nunca sé por dónde va a ir. En mi instituto no tenía a nadie, sólo me hablaban para insultarme ... Empecé a odiarme a mí misma... Debido a lo que pasó pude olvidar a gente que nunca debió estar en mi vida». Era 29 de diciembre, 12 días después, Lucía ya no existía. Sólo en fotos, en recuerdos, en su ropa apilada en los armarios. El padre de Kira también encontró un mensaje, uno que decía: «Soy como un papel arrugado...» Por el hostigamiento.
EL FRACASO DE LA JUSTICIA
La Fiscalía asumió el caso de Lucía. Se acabó archivando -como el de Kira y el de Alejandro también, aunque siguen luchando- porque los acosadores de la niña eran menores de 14 años y, por tanto, inimputables. La magistrada del Juzgado de Instrucción Nº 9 de Murcia decidió reabrirlo en base a la investigación realizada por el Grupo de Menores de la Policía.
En su posterior sentencia señaló que se habían hecho mal las cosas en su antiguo instituto, que el protocolo falló, pero reconoció que no había a quien inculpar por la muerte de Lucía. Es así la inacción de la justicia para revisitar lo que sucede dentro de los colegios a pesar de que hay pruebas: chats, mensajes de voz, vídeos...
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13 años. Las madres que aparecen en este reportaje dan la cara para que no se repita. Todas las imágenes de los niños aparecen con la autorización de sus respectivas familias. PASCU MÉNDEZ / ARABA PRESS / CRÓNICA
La Consejería de Educación de Murcia cerró el caso con una amonestación a la jefa de estudios de su anterior instituto. Lo poco o mucho que hiciera le valió para no ser imputada. A la despedida de Lucía en el tanatorio sólo fue la profesora de música del instituto donde comenzó a sufrir bullying. Los padres no recibieron ni una llamada de aquel centro preguntando por cómo estaban. Ni siquiera les dieron el pésame.
María tiene ahora 62 años. «Ahora sigo en Instagram a las amigas que siempre estuvieron a su lado. Veo en ellas a Lucía. Pienso cómo sería ella, cómo se hubiera hecho mujer. Mi hija murió por culpa de otros. Eso no es justo. Nunca lo será». Curiosamente, las redes sociales, para más inri, son clave para entender qué sucede. Hay un descontrol, de padres, profesores... es la gran vía del acoso digital. Mortal.
Seis años después del suicidio de Lucía, con las cifras disparadas, estamos en una situación que administraciones y expertos consideran más que preocupante. No son casos aislados y hay que contarlos. Porque ella, Kira, Ilan, Laura, Alejandro... Todos son -deben serlo- inolvidables."
#6 muchas gracias por copiar y pegar, así he podido leerlo.
Es terrible la situación. Se me hace especialmente duro leer las cosas que dejaron escritas y me sorprende la madurez y la claridad al expresar sus emociones y sentimientos. Cuando leo cosas mías escritas con 13 o 14 años son tonterías y reflexiones absolutamente vacías.
Supongo que la expresión escrita es algo que les ayuda a desahogarse.
El otro día también leí aquí las palabras del hijo de un meneante (siento muchísimo no recordar su nick) y me resultó durísimo.
No sé, cómo sociedad está claro que no estamos preparados para que niños de 10, 13 o los que sean, quieran suicidarse. Ni a nivel comunidad, ni escolar, ni sanitaria, ni nada.
#11 "me sorprende la madurez y la claridad al expresar sus emociones y sentimientos"
De la noticia "Como niño superdotado era maltratado por sus compañeros"
Probablemente esa madurez fuese la causa del acoso. Se ataca a todo el que se salga del patrón establecido. (lo que Feijoó llamó "gentes de bien") tanto si salen por encima como por debajo.
Esto no es ni mucho menos nuevo. Es nuevo que se hable de ellos. Como pasó con los malos tratos a las mujeres. Siempre pasó y siempre se calló.
#11 seguramente fui yo.
Fui Consejero Escolar y mi intención, sabiendo por donde fallan muchas cosas, es la de crear una plataforma ciudadana de prevención del suicidio. Enfocada a diferentes ámbitos, social, familias, sanidad y comunidad escolar.
Yo tengo la intención, una vez organizado, de trabajar sobre las comunidades escolares como si fuera mi especialidad.
Pero como es un tema tan amplio y complejo he de dejarlo bien organizado para que los voluntarios actúen en las diferentes ramas que he mencionado ya que se relacionan entre sí para la prevención.
No te preocupes por no recordar el nick, no es algo valorable. Prefiero más que se recuerde que un adolescente expresó en un escrito su sufrimiento y no pudo seguir viviendo, y lamentablemente ocurre muchas más veces de lo que parece.
#6 Gracias por compartir. Creo que vivimos en un mundo de "culpas" y (auto)exigencias. Es mucha presión para quien cae en tal "realidad" colectiva.
Al final, esta mujer, la madre que perdió a su hija dice: "Mi hija murió por culpa de otros."
Las notas de los niños son devastadoras: se "culpan" a sí mismos por el infierno que otros les hacen pasar.
También he leído barbaridades que no comprendo:
1. ¿Les clavaban lápices en la espalda sin repercusiones para los acosadores?
2. Si Los padres no eran ajenos a esto, algo difícil de ocultar, ¿Cómo no sacaron a sus hijos del cole?
Yo, en el instituto, también recibí acoso, y también he acosado. Nunca en la vida se me ha pasado por la cabeza quitarme la vida. Por tanto, me pregunto: ¿Qué tienen en la cabeza los niños y niñas de hoy en día para llegar a la conclusión de que suicidarse es la única salida?
Que conste que no hablo de culpas ni responsabilidades, solo intento comprender.
#6#27 A esos "inimputables" la mejor receta es un sillazo a la cabeza. Vas a la cárcel pero tu hija sigue viva. Y si el hijo de puta del padre del acosador se queja, accedo a su casa con una lata de gasolina.
Después declaras enajenación mental por el trauma sufrido por tu hija y adiós muy buenas.
Es muro de pago. Los que puedan leerlo que lo hagan. No se me ocurre mucho más que decir de la noticia porque no se como expresar lo que siento después de leerla.
#3 Si bloqueáis el Javascript del navegador se puede leer la noticia entera. Y si le quitáis el estilo de página también. En el menú de Firefox:
Ver/Estilo de página/Sin estilo.
Hay que ser civilizados, hay que seguir protocolos. Pero entre que un niño de mi familia se suicide y causar lesiones a unos pequeños hijos de puta, tengo claro qué es lo acertado y ético.
Si alguna de mis hijas llegase a suicidarse por bulling y puedo tener la certeza de saber quien se lo hacia, más le valdria esconderse o canviar de pais.
#9 El bulling deberia ser delito, y castigado duramente. A mi que no me jodan con eso de es que son niños no saben lo que hacen, no saben que esta mal...
Si son maduros para unas cosas lo son para todo, si llevan a alguien al suicidio deben pagar por ello duramente.
#9 En mi barrio dos escorias adultas que pegaban a una anciana, cogió el hijo de ésta y le partió el brazo de uno de ellos hasta el punto de dejárselo con secuelas a día de hoy. Esa gente no volvió.
Seguimos llamando "gemelas" una y otra vez, borrando el hecho de que a uno de los críos le hacían bullying por ser chico trans, por querer que le llamaran Iván…
Mejor no leerla, con el titular es suficiente para que se hiele la sangre.
"Pero mejor silenciemolos no sea que tenga efecto llamada"
De esto poco votos se puede rascar, no hay forma de usarlo para lanzar mierda a los "otros"
En mi humilde opinión aquí hay dos factores claves: El consentimiento/buenismo y la mirada hacia otro lado por parte de los colegios/institutos, las familias de esos acosadores.
Pero claro, en muchas ocasiones el metese en marrones con familias de auténticos psicópatas puede salirle muy, pero que muy caro al centro educativo.
No puedes dejar tu vida en manos de la administración, funcionarios incluidos. Lo siento pero sólo les importa seguir el protocolo, que su superior esté contento, y en última instancia que ningún caso salga a la prensa.
#10 Por desgracia, donde más casos de acoso hay no es en los centros públicos, sino en los concertados y privados y que conste que todos ellos rinden cuentas a la misma inspección educativa, que ahí si es la administración y que además tiene como lema: "pasa de follones".
#10 El problema es cuando es la propia administración quién se pone a ocultar información.. y a echar balones fuera. Sobretodo, negando la mayor del tema de la lengua...
#10 Ten en cuenta que las noticias que recibimos son las del fracaso del protocolo anti acoso. En otros casos el problema se soluciona antes de que vaya a mas. Hay centros donde existe un programa de mediación, con formación específica dirigida al propio alumnado, observadores en cada grupo y ayudantes de mediación. En esos casos el acoso se puede identifica a tiempo y se neutraliza
De todas formas las cifras son escalofriantes. Las redes sociales pueden estar detrás de ese fenómeno.
#35 Claro, pero yo me refiero a cuando no hay protocolo anti acoso, o cuando el centro pasa de ti, inspección también. No puedes quedarte esperando que hagan algo si no lo hacen de primeras porque no lo van a hacer.
Gracias al usuario que transcribió el texto de la noticia. Realmente esto es muy perturbador, se supone que vivimos en una sociedad desarrollada... no tengo palabras para expresar mi profunda tristeza...
Curioso día y momento para la noticia. En antena3 una serie turca de un instituto que normaliza esas cosas porque "son pobres".
Luego se perseguirán libros y autores por ser racistas, como le acusaron a Enid Blyton o "diez negritos", pero la tele que tiene más audiencia ahí está. Y cuando no es así como hoy, con relaciones tóxicas (todo made in Turquía).
El encierro que padecieron los críos en la pandemia ha provocado traumas, depresión ansiedad y finalmente mayor vulnerabilidad psicológica ante situaciones desagradables. Ya se sospechaba que dejaría secuelas psicológicas, que van a seguir notándose seguramente muchos años.
Comentarios
"Alejandro se suicidó con 10 años. Fue torturado, según acusa su madre, por una profesora y sus compañeros. Pasó durante años. «Un niño inteligente, sensible y educado decidió acabar con su vida», relata Idoya Gil. No quiere que se le olvide. No quiere que vuelva a suceder. Está pasando mucho y cada vez son más pequeños. Como esta semana ha sucedido con las gemelas de Sallent, un nuevo aldabonazo: una, fallecida; otra, extremadamente grave. El suicidio de menores es un drama que ha crecido a niveles que no se recuerdan. Coinciden padres y expertos. Los críos lo piensan más. Lo intentan. Lo consiguen.
Ante los casos como el de Alejandro y las gemelas, las estadísticas se quedan realmente cortas y anticuadas. «Se prefiere mirar hacia otro lado», añade Idoya. Ella relata un sufrimiento continuado. Un maltrato permitido en la escuela, a escasos pasos de la calle Arturo Soria, en Madrid. Era un niño muy pequeño que decidió acabar con su vida tras decir «te quiero». A pesar de que los datos oficiales no cuentan toda la verdad, marcan una pauta de lo que en realidad está pasando.
A mi hijo los compañeros le llamaban 'chivato' y 'protegido'. Además, sufrió el acoso de una profesora
¿Qué sucede? El Instituto Nacional de Estadística reconoce que en 2019 hubo siete suicidios en niños menores de 15 años en todo el país. En el año del inicio de la pandemia, primer golpe, se duplicó la cifra:14. Para 2021, el año en que se suicidó Alejandro, el aumento superaba el 310%, con 22 fallecidos por esta razón. Pero, repetimos, se sabe que son cifras inexactas. Muchos de los casos no se registran como tales, por vergüenza o pudor. De mantenerse la tendencia, desde el año del inicio de la pandemia hasta hoy se ha superado oficialmente ya el medio centenar de niños de menos de 15 años muertos por sus propias manos.
El acoso escolar y digital son las principales razones de esta inestabilidad. Alejandro sufrió el primero. Como niño superdotado era maltratado por sus compañeros. «¡Chivato!». «¡Protegido!». Eran los insultos que recibía a diario. Él lo ocultaba. «Además, sufrió el acoso de una profesora, le temía, sufría por ella», rememora la mamá. «La hemos denunciado a ella y al centro». Idoya vive así su duelo: «Sólo quiero justicia. Que no se vuelva a repetir. Que se haga todo lo posible por evitarlo». Da la cara, suelta su verdad y sujeta la foto de su hijo. Lo mira como si nunca se hubiera despedido.
La Fundación ANAR , en su riguroso informe anual sobre conducta suicida, nos puede ayudar a entender su avance. Sólo en el año 2021, «atendió 748 casos de menores de edad, que en el momento de la llamada estaban intentado terminar con su vida, evitando así que se incrementara sustancialmente el porcentaje de suicidios en estos colectivos». Con datos que sólo llegan a agosto de 2022, esta misma organización certifica que hasta ese momento del año pasado hubo 906 casos. Es decir, en ocho meses se superaron los horrendos datos de todo 2021. El crecimiento es exponencial: en 2019, se contabilizaron 241. Y es sólo una de las organizaciones que ayudan a menores.
Esta institución de ayuda a niños y adolescentes en riesgo tiene otro dato que muestra el terrible avance de este mal entre los niños españoles. O la durísima realidad de los casos de ideación suicida (entendiéndose como el deseo constante de acabar con su propia vida). De 2019 a agosto de 2022, se ha pasado de 717 casos a 2.278 (estimando los resultados a finales de 2022, se llega a quintuplicar la cifra).
DONDE LES CURAN
Entramos al pabellón de niños del Hospital del Niño Jesús, en Madrid. Nos recibe el psiquiatra Carlos Navajas, al que muchos de quienes han trabajado con él le llaman «doctor antisuicidios». Está en primera línea de batalla. A pesar de su hablar calmado, reconoce que «el aumento es muy llamativo. Además, ha bajado la edad media de quienes tienen ideas suicidas». Se suman varios factores, desde la llegada de la pandemia, que removió los cimientos de la sociedad, y que se ha visto «un cambio de paradigma». Tras el confinamiento, llegó volver a socializarse. Se sumó la muerte masiva de abuelos. Sus yayos. Tras ello, una guerra en las puertas de Europa. Con imágenes de niños como ellos, europeos y antaño felices, caminando sin destino. «Estamos viviendo la tormenta perfecta». A lo que se puede añadir otra palabra clave para entender lo que pasa: «Incertidumbre». Y una idea más: «Vivimos el hiperrealismo de la violencia». Habla desde una de las unidades más avanzadas del país, de las mejores de Europa para tratar a los pequeños.
Estamos viviendo la tormenta perfecta
Carlos G. Navajas
En el hospital hay desde campos de baloncesto con canastas transparentes, pasando por centros de juego con terapias que abarcan todo el día y la semana entera. «Hasta hay una con perros que les llenan de ilusión. También viene la gente de la Fundación Real Madrid a ayudar». Su éxito también hace que la ocupación sea máxima. Suelen estar un mínimo de dos semanas.
Aquí se hace un tratamiento de 360 grados. Llegan niños como Z., que intentó matarse -intentaremos no contar los métodos para evitar el efecto imitación- y a quien sus padres, por escasos minutos, pudieron salvarle. Pasó por la UCI pediátrica. Se recuperó físicamente, aunque se temían sus daños neurológicos y de movilidad. Ahora quedaba recuperar su mente y su alma. «Aquí intervienen psicólogos, psiquiatras, enfermeros, celadores, terapeutas ocupacionales, padres, maestros...». Se encargan de llamar a los propios centros educativos para informar y que se activen los protocolos que ya existen en la Comunidad de Madrid.
Hablamos con Mercedes Navío, coordinadora regional de Salud Mental . Se inyectan 45 millones en el nuevo plan de su área: «Con una línea estratégica íntegramente dedicada a la atención de población infanto-juvenil, especialmente dedicada a la prevención del suicidio». Afirma que se «duplicarán las camas de hospitalización pediátricas dedicadas a la salud mental de menores, se abrirán centros de día para estos casos principalmente y se contratarán 370 profesionales más». Pero no se queda en eso. Es necesaria la prevención y una actuación coral: «Los niños necesitan estructura, necesitan certidumbre, necesitan contención emocional».
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la
Carlos G. Navajas, psiquiatra del Hospital Niño Jesús (Madrid). En la imagen que abre el reportaje, Idoya Gil sostiene la fotografía de Alejandro, su hijo de 10 años. Foto: M.Mucha
La situación a nivel nacional es un galimatías. La línea telefónica 024, puesta en marcha en mayo del año pasado, ha superado ya las 80.000 llamadas (sin desglosar los menores de 15 años). Las comunidades autónomas reconocen la saturación de las unidades de psiquiatría y psicología para niños. «Avalancha», han llegado a calificar en La Voz de Galicia. En Cataluña, donde vivían las gemelas, el 26,8% de los menores de edad se ha autolesionado, y el 43,3% ha tenido ideas suicidas, según se desprende de una macroencuesta de diciembre de 2022. En el I Congreso Nacional de Salud Mental Infantil y Juvenil, realizado en Salamanca, la doctora Ana Maciá Casas iniciaba su intervención con la pregunta: «¿Estamos preparados?».
Se pregunta por qué
Kira se suicidó en Barcelona en mayo de 2021, con 15 años. Su padre, José Manuel López, quien ha reunido 250.000 firmas de apoyo a su causa, un protocolo nacional contra el acoso escolar, es tajante. «Los casos aumentan y se necesita actuar... Cada día me pregunto por qué. Qué puede hacer que una niña de 15 años sienta que no puede más. Qué le pasó en el colegio el día de antes y que temía que le pasara aquel día si volvía a ir. Lo que le esperaba tenía que ser terrible si con tal de no ir a clase prefirió incluso morir». Denunció penalmente al centro educativo. En conversación con Crónica nos cuenta que acaba de saber que su caso se archiva. «Es decir, el bullying no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable». Seguirá por la vía civil.
Como activista, reconoce el aumento progresivo de casos, lo sabe de primera mano.
-¿Por qué después de la pandemia, según usted, han aumentado los suicidios e intentos de suicidio en niñas de la edad de Kira y otros menores?
-Es por la mala gestión de los centros de estudios. Se priorizó el detener el contagio antes que la salud mental de un adolescente.
El 'bullying' no es un hecho delictivo. Mi hija se mata y nadie es responsable
También menciona el descontrol que existe de los padres con sus hijos abusadores. Y su crueldad. «En la clase, tras la muerte de Kira, los que le hacían bullying propusieron hacer una excursión. Y se burlaron de ella, tanto antes como después de matarse». Nos recuerda que le enviaron un mensaje grupal, incluso después de fallecida. Tiene el pantallazo. Se lee: «Muere. Muérete».
No la respetaron ni antes ni después. Recuerda su crueldad: «Cuando mi hija Kira se quitó la vida, había niños de su clase mirando». Lo mismo -según distintos testimonios- ha sucedido con las gemelas de Sallent.
«Si no actúas, ellos se matan». Con ese letrero salieron a la calle los padres de Kira, Oscar, Ilan, Laura, Alan, Alejandro... Todos, víctimas recientes. Todas, con unas vidas prometedoras. Laura Espinosa se suicidó en 2020. Pero todo se pudo anticipar. No hay un protocolo nacional antisuicidio infantil. Tampoco antibullying, como defiende Carmen Cabestany, de la Asociación Nace (No al acoso escolar). «No sólo se ha reducido la edad. Como profesora sé de niños de nueve o 10 u 11 años que no sólo piensan en suicidarse, sino que además ven en eso su única salida». Ilan Barbosa, 11, se suicidó en Ibiza en 2019, martirizado por el acoso."
Sigue...
#5 joder, pues si ya hacen bulling hasta los profesores apaga y vámonos.
#12 ¿si ya hacen bullying los profesores? No sé la edad que tienes, pero durante mi infancia (en los 80) había cada profesor en los colegios...
#12 Por desgracia, en muchos casos de bullying suele haber también profesores que no sólo no hacen nada para evitarlo sino que participan activamente, aunque de manera mucho más sutil, y también animan a los acosadores a seguir con el bullying.
#12 En un caso muy cercano la tutora llegó a participar en ello, organizando una reunión y siendo la portadora del mensaje.
En mi interpretación de los hechos fue manipulada por la cabecilla al mismo nivel que el resto del grupo de adolescentes.
Hace falta más concienciación y mejores protocolos, que a la víctima no se le cambie su vida y todo lo que haya que adaptar sea del lado del acosador, caiga lo que caiga.
Sigue....
"Recuerdan todos los entrevistados que no se ha llegado a este punto de la nada. Otro caso ejemplar es el de Lucía, ocurrido hace seis años, cuando aún no se había llegado a esta catástrofe. A ella, una niña murciana de 13 años enamorada del manga, le llamaban «gorda», «lechosa», «fea». Otras veces le clavaban lápices en la espalda y le daban codazos en el estómago. Los motivos del bullying son siempre crueles: por el aspecto, por el origen, por la orientación sexual, hasta por la forma de hablar... En el caso de las gemelas de Sallent, se unieron todos los factores , las acosaban -acusan sus allegados- incluso por no dominar el catalán...
Los desprecios a Lucía eran diarios. El 10 de enero de 2017, se suicidó en la habitación de su casa. Su madre la encontró junto a la litera en la que dormía. Todavía llevaba puestos los auriculares para escuchar música. Aquella mañana, Lucía participó en una terapia de grupo con otros niños que habían vivido intentos de suicidio.
«Ahora es vivir sin vivir. Respirar de forma automática». Así define su realidad desde entonces María Peligros, su progenitora, cuando recibe la visita de Crónica en su nueva residencia. Tuvo que dejar su anterior casa porque no podía soportar vivir en ella sin que estuviera Lucía. Lo mismo le sucede a Idoya, la madre de Alejandro. «Mi lucha es para que no se olvide lo que sucedió... Pero apenas puedo». José Manuel no deja de escribir sobre Kira y los que han sufrido lo que ella. «Como en Sallent, donde ya se niega el acoso».
LAS DESPEDIDAS
Lucía anunció su suicidio tres semanas antes. El mismo día que empezaba las vacaciones de Navidad. Una limpiadora del instituto donde estudiaba encontró tirado en el suelo un escrito a modo. «Me siento sola... No quiero hacer sufrir a nadie de mi familia... Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba». Esa es una constante. Los niños suelen decir adiós. «La noche anterior me abrazó y me dijo que me quería mucho y que era el mejor papi del mundo. Esa fue su forma de despedirse. Ahora lo sé», cuenta el padre de Kira. Una de las gemelas de Sallent escribió: «Estoy cansada de que me hagan bullying en la escuela... Tomé la decisión de no seguir». La otra completó: «Voy a hacer lo que ella decida. La voy a acompañar...».
Cuando murió, María encontró otra nota manuscrita de su hija, perdida en sus cajones. Se trataba de unas reflexiones personales sobre cómo le había ido ese año. Cuando su madre las leyó, se le quebró el pecho. «De siempre he dicho que mi vida es como una montaña rusa, nunca sé por dónde va a ir. En mi instituto no tenía a nadie, sólo me hablaban para insultarme ... Empecé a odiarme a mí misma... Debido a lo que pasó pude olvidar a gente que nunca debió estar en mi vida». Era 29 de diciembre, 12 días después, Lucía ya no existía. Sólo en fotos, en recuerdos, en su ropa apilada en los armarios. El padre de Kira también encontró un mensaje, uno que decía: «Soy como un papel arrugado...» Por el hostigamiento.
EL FRACASO DE LA JUSTICIA
La Fiscalía asumió el caso de Lucía. Se acabó archivando -como el de Kira y el de Alejandro también, aunque siguen luchando- porque los acosadores de la niña eran menores de 14 años y, por tanto, inimputables. La magistrada del Juzgado de Instrucción Nº 9 de Murcia decidió reabrirlo en base a la investigación realizada por el Grupo de Menores de la Policía.
En su posterior sentencia señaló que se habían hecho mal las cosas en su antiguo instituto, que el protocolo falló, pero reconoció que no había a quien inculpar por la muerte de Lucía. Es así la inacción de la justicia para revisitar lo que sucede dentro de los colegios a pesar de que hay pruebas: chats, mensajes de voz, vídeos...
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13
María Dolores, con la imagen de Lucía, quien decidió suicidarse con 13 años. Las madres que aparecen en este reportaje dan la cara para que no se repita. Todas las imágenes de los niños aparecen con la autorización de sus respectivas familias. PASCU MÉNDEZ / ARABA PRESS / CRÓNICA
La Consejería de Educación de Murcia cerró el caso con una amonestación a la jefa de estudios de su anterior instituto. Lo poco o mucho que hiciera le valió para no ser imputada. A la despedida de Lucía en el tanatorio sólo fue la profesora de música del instituto donde comenzó a sufrir bullying. Los padres no recibieron ni una llamada de aquel centro preguntando por cómo estaban. Ni siquiera les dieron el pésame.
María tiene ahora 62 años. «Ahora sigo en Instagram a las amigas que siempre estuvieron a su lado. Veo en ellas a Lucía. Pienso cómo sería ella, cómo se hubiera hecho mujer. Mi hija murió por culpa de otros. Eso no es justo. Nunca lo será». Curiosamente, las redes sociales, para más inri, son clave para entender qué sucede. Hay un descontrol, de padres, profesores... es la gran vía del acoso digital. Mortal.
Seis años después del suicidio de Lucía, con las cifras disparadas, estamos en una situación que administraciones y expertos consideran más que preocupante. No son casos aislados y hay que contarlos. Porque ella, Kira, Ilan, Laura, Alejandro... Todos son -deben serlo- inolvidables."
#6 muchas gracias por copiar y pegar, así he podido leerlo.
Es terrible la situación. Se me hace especialmente duro leer las cosas que dejaron escritas y me sorprende la madurez y la claridad al expresar sus emociones y sentimientos. Cuando leo cosas mías escritas con 13 o 14 años son tonterías y reflexiones absolutamente vacías.
Supongo que la expresión escrita es algo que les ayuda a desahogarse.
El otro día también leí aquí las palabras del hijo de un meneante (siento muchísimo no recordar su nick) y me resultó durísimo.
No sé, cómo sociedad está claro que no estamos preparados para que niños de 10, 13 o los que sean, quieran suicidarse. Ni a nivel comunidad, ni escolar, ni sanitaria, ni nada.
#11 "me sorprende la madurez y la claridad al expresar sus emociones y sentimientos"
De la noticia "Como niño superdotado era maltratado por sus compañeros"
Probablemente esa madurez fuese la causa del acoso. Se ataca a todo el que se salga del patrón establecido. (lo que Feijoó llamó "gentes de bien") tanto si salen por encima como por debajo.
Esto no es ni mucho menos nuevo. Es nuevo que se hable de ellos. Como pasó con los malos tratos a las mujeres. Siempre pasó y siempre se calló.
#11 seguramente fui yo.
Fui Consejero Escolar y mi intención, sabiendo por donde fallan muchas cosas, es la de crear una plataforma ciudadana de prevención del suicidio. Enfocada a diferentes ámbitos, social, familias, sanidad y comunidad escolar.
Yo tengo la intención, una vez organizado, de trabajar sobre las comunidades escolares como si fuera mi especialidad.
Pero como es un tema tan amplio y complejo he de dejarlo bien organizado para que los voluntarios actúen en las diferentes ramas que he mencionado ya que se relacionan entre sí para la prevención.
No te preocupes por no recordar el nick, no es algo valorable. Prefiero más que se recuerde que un adolescente expresó en un escrito su sufrimiento y no pudo seguir viviendo, y lamentablemente ocurre muchas más veces de lo que parece.
#6 Gracias por compartir. Creo que vivimos en un mundo de "culpas" y (auto)exigencias. Es mucha presión para quien cae en tal "realidad" colectiva.
Al final, esta mujer, la madre que perdió a su hija dice: "Mi hija murió por culpa de otros."
Las notas de los niños son devastadoras: se "culpan" a sí mismos por el infierno que otros les hacen pasar.
También he leído barbaridades que no comprendo:
1. ¿Les clavaban lápices en la espalda sin repercusiones para los acosadores?
2. Si Los padres no eran ajenos a esto, algo difícil de ocultar, ¿Cómo no sacaron a sus hijos del cole?
Yo, en el instituto, también recibí acoso, y también he acosado. Nunca en la vida se me ha pasado por la cabeza quitarme la vida. Por tanto, me pregunto: ¿Qué tienen en la cabeza los niños y niñas de hoy en día para llegar a la conclusión de que suicidarse es la única salida?
Que conste que no hablo de culpas ni responsabilidades, solo intento comprender.
#6 #27 A esos "inimputables" la mejor receta es un sillazo a la cabeza. Vas a la cárcel pero tu hija sigue viva. Y si el hijo de puta del padre del acosador se queja, accedo a su casa con una lata de gasolina.
Después declaras enajenación mental por el trauma sufrido por tu hija y adiós muy buenas.
Y si me banean, me la suda.
Cualquier granito que pueda sumar para evitar un suicidio bien empleado estara.
Es muro de pago. Los que puedan leerlo que lo hagan. No se me ocurre mucho más que decir de la noticia porque no se como expresar lo que siento después de leerla.
#3 Si bloqueáis el Javascript del navegador se puede leer la noticia entera. Y si le quitáis el estilo de página también. En el menú de Firefox:
Ver/Estilo de página/Sin estilo.
#FreeAssange
#8 Gracias!
Not all heroes wear capes.
#21 Después de poner la canción de Bonnie Tyler (Holding Out For A Hero) de vuelta y media, vienes tú y me sueltas esto.
Lo que me he reído. Gracias, no he tenido un buen día.
Estoy pensando en hacer un sub de trucos con navegadores, y addons chulas.
#FreeAssange
#38 Jajaja qué bueno lo de la canción, vaya casualidad. El timing me alegra que te haya animado
Si haces el sub ese de trucos y demás, avisa que lo sigo!
#1 #3 Si teneis Firefox, activaís el modo lectura (F9) y arreando. En otros navegadores no sé.
Hay que ser civilizados, hay que seguir protocolos. Pero entre que un niño de mi familia se suicide y causar lesiones a unos pequeños hijos de puta, tengo claro qué es lo acertado y ético.
#13 Ha sido leer tu comentario y acordarme de este artículo de Pérez Reverte.
https://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/971/esas-jovenes-hijas-de-puta/
Si alguna de mis hijas llegase a suicidarse por bulling y puedo tener la certeza de saber quien se lo hacia, más le valdria esconderse o canviar de pais.
#9 El bulling deberia ser delito, y castigado duramente. A mi que no me jodan con eso de es que son niños no saben lo que hacen, no saben que esta mal...
Si son maduros para unas cosas lo son para todo, si llevan a alguien al suicidio deben pagar por ello duramente.
#9 En mi barrio dos escorias adultas que pegaban a una anciana, cogió el hijo de ésta y le partió el brazo de uno de ellos hasta el punto de dejárselo con secuelas a día de hoy. Esa gente no volvió.
#0 Muro de pago y créeme que lo siento porque el tema es desesperante.
#1 Firefox y Vista de lectura (F9).
#1 12ft(punto)io
Seguimos llamando "gemelas" una y otra vez, borrando el hecho de que a uno de los críos le hacían bullying por ser chico trans, por querer que le llamaran Iván…
Mejor no leerla, con el titular es suficiente para que se hiele la sangre.
"Pero mejor silenciemolos no sea que tenga efecto llamada"
De esto poco votos se puede rascar, no hay forma de usarlo para lanzar mierda a los "otros"
En mi humilde opinión aquí hay dos factores claves: El consentimiento/buenismo y la mirada hacia otro lado por parte de los colegios/institutos, las familias de esos acosadores.
Pero claro, en muchas ocasiones el metese en marrones con familias de auténticos psicópatas puede salirle muy, pero que muy caro al centro educativo.
Mucha alarma, mucha indignación, mucho de todo...pero la cifra asusta, y no se hace nada a la hora de la verdad.
No puedes dejar tu vida en manos de la administración, funcionarios incluidos. Lo siento pero sólo les importa seguir el protocolo, que su superior esté contento, y en última instancia que ningún caso salga a la prensa.
#10 Por desgracia, donde más casos de acoso hay no es en los centros públicos, sino en los concertados y privados y que conste que todos ellos rinden cuentas a la misma inspección educativa, que ahí si es la administración y que además tiene como lema: "pasa de follones".
#10 El problema es cuando es la propia administración quién se pone a ocultar información.. y a echar balones fuera. Sobretodo, negando la mayor del tema de la lengua...
#10 Ten en cuenta que las noticias que recibimos son las del fracaso del protocolo anti acoso. En otros casos el problema se soluciona antes de que vaya a mas. Hay centros donde existe un programa de mediación, con formación específica dirigida al propio alumnado, observadores en cada grupo y ayudantes de mediación. En esos casos el acoso se puede identifica a tiempo y se neutraliza
De todas formas las cifras son escalofriantes. Las redes sociales pueden estar detrás de ese fenómeno.
#35 Claro, pero yo me refiero a cuando no hay protocolo anti acoso, o cuando el centro pasa de ti, inspección también. No puedes quedarte esperando que hagan algo si no lo hacen de primeras porque no lo van a hacer.
Gracias al usuario que transcribió el texto de la noticia. Realmente esto es muy perturbador, se supone que vivimos en una sociedad desarrollada... no tengo palabras para expresar mi profunda tristeza...
Curioso día y momento para la noticia. En antena3 una serie turca de un instituto que normaliza esas cosas porque "son pobres".
Luego se perseguirán libros y autores por ser racistas, como le acusaron a Enid Blyton o "diez negritos", pero la tele que tiene más audiencia ahí está. Y cuando no es así como hoy, con relaciones tóxicas (todo made in Turquía).
El de la miniatura es Jordi ENP?
El encierro que padecieron los críos en la pandemia ha provocado traumas, depresión ansiedad y finalmente mayor vulnerabilidad psicológica ante situaciones desagradables. Ya se sospechaba que dejaría secuelas psicológicas, que van a seguir notándose seguramente muchos años.
Una vez muertos se les presta casito.
Justo lo contrario.
Sociedad desarrollada dice alguno por allí arriba.