La relación de Galicia con el eucalipto dura ya dos siglos, y es muy beneficiosa para ciudadanos y empresas hasta el punto de que ya no se concibe a nuestra comunidad sin sus bosques de eucalipto. Los puristas de especies autóctonas tienen la batalla perdida, pero su fanatismo se ensaña en espacios públicos buscando excusas como la seguridad: ¿y si cae una rama y hay una desgracia? ¿Es que las demás especies de la zona no tienen ramas? ¿No existen técnicas de silvicultura para velar por la salud y seguridad de árboles tan venerables?
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