Una bala perdida en una reyerta entre clanes en el centro de Nápoles había alcanzado poco antes a Noemi, una niña de cuatro años que tomaba algo en una terraza con su abuela. La historia de la pequeña en coma por las heridas en los pulmones que le provocaron la munición de guerra utilizada dio la vuelta al mundo. Antonio vio la noticia en el telediario justo cuando ya no sabía cómo canalizar el malestar acumulado durante toda una vida de omertà. Al día siguiente fue a una manifestación de protesta. Pidió el megáfono y dijo: (...)
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