Planeadoras que matan a niños, linchamiento a policías, motines en hospitales, fardos de hachís acumulados en almacenes o violentados coches de gentes tan valiente como el periodista José Palacios, son pruebas de esas escalofriantes imágenes. Todo bajo una inquietante impunidad y a un coste tan escuálido que la retención de los delicuentes dura segundos, el tiempo de poner sobre la mesa fajos de billetes de la economía criminal. Las recientes series televisivas dedicadas a los narcos son superadas por la realidad en esta tierra.
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