Estaba tocado con el aura de los perdedores. Cuando empezó a rodar cuesta abajo ya llevaba un tiempo bordeando la ley por el lado de fuera, pero imaginó que estaba jugando una partida de poker que no podía perder. ¡Cómo iba a perder si en su equipo jugaban los representantes de la ley!. Tan solo un pequeño detalle que marcaba una sutil diferencia: No era uno de ellos”.
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