Hace mucho tiempo que asisto entre la prudencia y el desconcierto a las convulsiones de ese espacio que órbita alrededor de Unidas Podemos y que día tras día va mudando de forma y hasta de nombre. Quisiera observar el fenómeno igual que un científico observa una reacción química en un tubo de ensayo. Al fin y al cabo, eso es la pugna política: un agregado de sustancias reactivas que al chocar entre sí modifican su estructura y consumen o liberan energía. Los partidos, igual que la materia, se funden o se solidifican y a veces hasta se evaporan.
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