Susana y su marido se han quedado sin empleo. Apenas pueden pagar el alquiler de su piso asturiano y su casa en Cartagena, en la que viven los okupas, ha sido embargada ante su imposibilidad de pagar la hipoteca. Así que sobreviven entre deudas y llamadas del banco día sí y día también, mientras los okupas viven tranquilamente en el hogar que tantos años les costó conseguir y que ahora cada vez ven más lejos de recuperar.
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