Llegó con el propósito de mejorar las condiciones laborales del servicio doméstico y paradójicamente parece que está provocando el efecto contrario. El Real Decreto 1620/2011, que entre otras medidas reconoce el derecho a un contrato escrito y obliga a las personas empleadoras a cotizar por sus empleadas del hogar desde la primera hora trabajada, no está obteniendo la acogida esperada, al menos entre las mujeres inmigrantes.
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