La semana pasada apareció el cadáver decapitado de un lince ibérico en una finca de El Molar, a 39 km de Madrid, fuera de la ruta habitual del lince, por lo que podría haber cazado ilegalmente. Le dispararon y cortaron la cabeza y las patas. Se avisó al Seprona. Tras la necropsia se comprobó que presentaba al menos 2 disparos. Detrás de los hechos se podría encontrar un cazador pues la cabeza es una parte de los animales considerada como trofeo. Podría ser condenado a penas de prisión de 6 meses a 2 años, multas e inhabilitaciones para cazar.
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De dos años y un día en adelante y empezamos a poner las cosas claras a los amantes de la naturaleza, que si no lo único que les molesta es el que les retiren la escopeta
¿Problema? Las prescripciones, en mi opinión algunos tipos de delitos difíciles de investigar no deberían prescribir, porque esa cabeza podría aparecer dentro de 30 años, y... me da igual el tiempo que pase y que el cazador ese tenga 80 años o más, a la cárcel.
Está claro que el escopetero quería cobrarse la pieza para luego exponerlo en su salón.
Lo tendrían que pillar y quitarle la caza y todas las armas de por vida, unos años a la sombra en prisión y una buena multa en relación a su capital.
Coñas aparte, menudos cazurros.
A lo mejor determinadas prácticas que antaño servían para subsistir ahora son un indicio de cierta psicopatía…
Y tal vez, ojo tal vez habría que empezar a tomar la psicopatía como un problema que afrontar.
La España de los Santos Inocentes.
La misma escoria de siempre.