Dolidos por los estrechos vínculos de China con el presidente Vladimir Putin y su represión interna, las naciones europeas están poniendo nuevos límites a las exportaciones e inversiones chinas en una táctica que está más en línea con una estrategia defendida por Washington. Esos cambios complacerán a la administración del presidente Joe Biden, que ha buscado presentar un frente unido con aliados y distribuir la carga de las inevitables consecuencias económicas que vendrán con más confrontación.
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