Vivimos en un mundo donde la publicidad nos viola sistemática y casi siempre desagradablemente. Cada día alguien asalta tu paz. Puede que sea esa operadora de Jazztel que tarda dos segundos en responderte o quizás sea peor, y al otro lado de la puerta estén los comerciales de Iberdrola queriendo cambiarte el contrato ‘por tu bien’. Y si no, tan sólo tienes que encender la tele para ver siempre los mismo clichés de anuncios.
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