Con ayuda de unas herramientas comenzó a sacar los chicles que va encontrando pegados en las paredes y veredas de la calle. Una vez que terminó con esto, pasó a lavarlos, los secó y les colocó una especie de azúcar para devolverles el gusto. Luego, los cortó y les dio la forma correspondiente e imprimió los papeles que lo recubren, dejándolos como nuevos.
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