En ocasiones la manipulación yace escondida entre líneas; un pequeño matiz en un párrafo, una declaración sacada de contexto o una interpretación a destiempo son suficientes para deformar (o al menos emborronar) lo real. Otras, en cambio, la manipulación campa a sus anchas. Es el caso del titular que nos ocupa, obra y gracia del diario El Mundo, ejemplo práctico de adulteración periodística.
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