Los vecinos llamaron a Michael, el propietario, para preguntarle si había alquilado su piso. Michael dijo que no, y entonces le dijeron que había gente viviendo en su vivienda. Los okupas incluso cambiaron la cerradura e instalaron una alarma. Michael viajó de Inglaterra a Málaga. Los vecinos se ofrecieron a acompañarle, pero Michael prefirió actuar solo. Tuvo que entrar en su vivienda por una ventana; tras buscar, en el salón había 3 varones, presuntamente marroquíes, y cuando Michael les preguntó, le dieron una paliza.
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