Líderes destacados del PSOE como Madina o Rubalcaba consideraban la oferta de un gobierno Podemos-PSOE-IU como un insulto y humillación al PSOE. Por la tarde, Rajoy declinaba someterse a una sesión de investidura propuesta por Felipe VI —piedra angular del bipartidismo y garante de la estabilidad del régimen del 78—, a sabiendas del posible fracaso, aunque Rajoy es más inteligente de lo que parece, pues “redobla la presión sobre un Pedro Sánchez que necesitaba ganar tiempo ante la oferta de Podemos y legitimidad una vez derrotado Rajoy".
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