Esta semana un grupo de ocho países —entre ellos Francia y España— ha pedido a la UE que dé un enorme salto adelante en la lucha contra el cambio climático y que dedique a ello el 25% del próximo presupuesto. La propuesta encuentra fuertes reticencias y representaría un cambio radical con respecto a la actual configuración del gasto. Es solo un ejemplo de los prolegómenos de una negociación en la que se sobreponen el conflicto de los intereses nacionales por un lado y el ideológico por otro.
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