Vivimos en una sociedad eminentemente urbana que entre los años 2000 y 2020 disfrutó de una alimentación buena, bonita y muy barata. A nadie le preocupaba este tema y, en consecuencia, también dejaron de preocuparle los agricultores. Se fueron tomando una serie de normas políticas que siempre han caminado a limitar y encarecer la producción agrarias. Al final, el resultado es obvio. Si alguien no produce los alimentos, o la despensa se queda vacía o los productos se vuelven mucho más caros.
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