En Mauritania, y por primera vez desde que en 1960 consiguiera independizarse de Francia, el 24 de diciembre de 2014 han condenado a muerte a un ciudadano de 30 años, periodista, por atreverse a “hablar con ligereza” del profeta; lo que en ese controvertido país, muy fundamentalista y con un gobierno siempre con derivas dictatoriales (aunque, todo hay que decirlo, con el consentimiento de un pueblo que elige a su presidente) significa que es culpable de “apostasía”, que ha blasfemado refiriéndose a Mahoma.
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