El punto del que se habla es uno, de entre 100, con los que se valoran las solicitudes de jóvenes investigadores que quieren hacer su tesis y aspiran a un contrato de investigación predoctoral financiado por la propia universidad. Que esté más o menos justificado se puede, sin duda, debatir. Pero lamentablemente, por culpa de medios de comunicación chapuceros o malintencionados, un montón de gente dedicará energía, tiempo y cabreo a discutir sobre una norma que no existe.
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