Para asaltar los cielos, el núcleo fundador de Podemos entendió desde el primer día que debían ser ligeros, gaseosos, para ascender con rapidez hasta alturas nunca alcanzadas. Para ello, tenían que desprenderse de todo el lastre que, según su análisis, había impedido a la “vieja” izquierda levantar el globo más que unos pocos metros del suelo. Había que cortar ataduras y soltar peso para subir, aprovechando el nuevo viento favorable.
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