La noche estaba muy fría en Pekín y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se acercó a la primera dama china, Peng Liyuan, con una manta, la cual colocó cuidadosamente sobre sus hombros. Las malas lenguas no tardaron en salir a decir que Putin, divorciado, tenía segundas intenciones con el gesto. Pero el gobierno de Rusia salió a la defensa de su líder. "Mujer o no mujer, el frío es para todos igual.
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