Nuestra fuerza es su intransigencia. Si hubieran reaccionado a las llamadas de atención que una y otra vez les dirigimos desde fuera de los parlamentos, no hubiéramos necesitado entrar en ellos. Lo siento señorías, ya no les pedimos nada, nada más que respeto y sosiego para poder comprender mejor que este país está cambiando y que la democracia es escuchar y no insultar.
Comentarios
La primera fase son los insultos.
Que cansinismo por amor de Björk.