El ocaso del diésel es un hecho: sus ventas han caído, y siguen cayendo, de forma alarmante y las políticas medioambientales han puesto el acento en los coches de gasóleo, los cuales son señalados como principales culpables de la pésima calidad del aire, sobre todo en las grandes urbes. Pero, ¿son todos los automóviles diésel iguales? ¿Realmente podemos meterlos en el mismo saco a todos?
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