La Refinería de Coruña fue inaugurada en 1964. Desde entonces viene actuando como un “vecino rico e incómodo” para la ciudad. Rico por el aporte económico que realiza, incómodo por la contaminación y el consecuente oleoducto que la recorre. Y si bien la vista diurna de la refinería ofrece un espectáculo industrial bastante deprimente, este patito feo de día se convierte en un increíble cisne luminoso por la noche creando una estampa que todo el mundo acierta a reconocer como “la ciudad de Blade Runner“, la famosa película de Ridley Scott
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