Y es que el mundo de los Derechos Humanos se ha convertido en un laberinto de corruptelas y jugosas ganancias... Copado de rock stars de la filantropía que inundan los foros, las academias, el arte, los medios de comunicación y las redes sociales, con los pormenores egóicos de su bondad, mientras que por debajo de la mesa convierten en mercancía a las personas que dicen amparar.
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