Algunas van media hora antes para evitar encontronazos o echan a correr al verlos. Año tras año y día tras día la historia se repite. Ni madrugones para llegar antes que ellos, ni quejas ante la Valedora do Pobo, ni apariciones en los medios de comunicación. «Nada sirve contra los gorrillas, salen impunes los 365 días del año, y nosotras somos las perjudicadas permanentes», cuenta una sanitaria del Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA).
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