Cuando se van a cumplir dos meses de la riada, las calles continúan prácticamente en el mismo punto en el que estaban siete días después. Montañas de coches apilados en solares, calles llenas de barro, largas colas de vecinos que aún sobreviven gracias a la caridad y maquinaria pesada del ejército desfilando por unas carreteras todavía muy deterioradas recuerdan que, más de cincuenta días después, todavía queda mucho por hacer.
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¿Sabes de algún lugar que no requiera autorización para depositar un montón de coches cuyas sustancias peligrosas no hayan sido procesados, o hablas por hablar?