Ante un acto criminal como el perpetrado este miércoles en la sede de Charlie Hebdo no caben las medias tintas, solo la condena más enérgica y sin paliativos. Es terrorismo en estado químicamente puro, un ataque brutal a la libertad de crítica y a la sátira como una de sus más nobles expresiones. El semanario francés ha utilizado siempre estos instrumentos consustanciales con los valores republicanos apuntando a todo cuanto se mueve, a las lacras sociales, políticas, económicas y religiosas.
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