La mujer de Álvaro Nadal quiere cambiar de vida y colocarse como embajadora en París o Berlín. Además de estar casada con el todopoderoso jefe de la Oficina Económica, influyente donde los haya, a Teresa Lizaranzu le sobran condecoraciones desde que su marido hace de oráculo de Mariano Rajoy en todo lo que concierne a las perspectivas económicas, y también de soplón cuando el presidente siente curiosidad por los conflictos que enfrentan a los ministros y llegan precocinados a la Comisión de Asuntos Económicos.
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