A menudo se pasa por alto el carácter esencialmente colonial del Imperio ruso porque sus dominios no estaban formados por territorios de ultramar poblados por gentes de colores y culturas radicalmente diferentes. Además, esta naturaleza también quedó eclipsada por la retórica anticolonial de la URSS, que, a pesar de sus pretensiones, era en realidad una continuación del proyecto imperial ruso. Ucrania es uno de los ejemplos paradigmáticos de cómo Rusia trataba al «extranjero cercano», que es el término ruso para referirse a sus colonias.
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