Si mi deber es morir, el tuyo es vivir para contar mi historia, para vender mis pertenencias, para comprar un retazo de tela y algunos hilos (que sean blancos y de larga cola), así, un infante, en algún lugar de Gaza, mientras mira al cielo a los ojos a la espera de su padre que se fue en un destello - y sin decir adiós ni siquiera a su carne ni siquiera a sí mismo - vea la cometa que hiciste para mí, surcando, y piense por un instante que un ángel está …