Los neutrinos carecen casi por completo de masa y son muy difíciles de detectar porque sus interacciones son extremadamente débiles. Sesenta años después de observar estas «partículas fantasma» por primera vez, ya sabemos mucho acerca de sus propiedades. Hoy en día es casi una tarea rutinaria observar neutrinos en reactores nucleares, en el Sol, en la corteza terrestre, en la atmósfera y en las altas energías provenientes de fuentes cósmicas.
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