Aunque usted no se acuerde, lo vivió. El 3 de febrero de 1992, el año en que la nueva España se presentó al mundo con grandes fastos —los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla—, el Parlamento de la Región de Murcia ardió. Mientras el país gastaba millones en la construcción de infraestructuras y la promoción de su modernidad, el Gobierno de Felipe González gestó una reconversión industrial —impuesta por Europa— que propició la privatización de empresas públicas, la compra de compañías nacionales por parte de capital extranjero y...
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