Tras alcanzar la banquisa ártica su mínima extensión este verano (con gran pérdida de hielo multi-anual), este invierno se está congelando al ritmo más lento registrado. La causa sería la temperatura por encima de medias históricas que tienen el aire y la superficie del mar en el Ártico, debidas en parte a que el agua tiene un menor albedo que el hielo, absorbiendo así más calor. Esta retroalimentación positiva forma parte de la "amplificación ártica", por la cual el Ártico se calienta a un ritmo mucho mayor que la media global.
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