Por Madrid capital, Paul Robeson vio al par Muguet-Albaicín haciendo zarzuela y a Juanito Varea empinando quejíos por soleares. Era el plato típico del arte español, la contra al catabolismo de una guerra que no se podía perder por nada del mundo. Por eso Robeson degustó y por eso Robeson reposó, para dar después lo suyo con «una de las canciones más típicas de los negros de su país» y otra «de nuestras más conocidas canciones de la guerra actual». Lo contaba Febus en Frente Rojo.
|
etiquetas: guerra civil , robenson , blues , república