El primer problema a la hora de chupar un sapo es que no todos los sapos son iguales. El culpable más famoso (uno que ha intoxicado malamente a más de un pobre perro) es el sapo de la caña o sapo marino (Rhinella marina). Él y los demás miembros de la familia bufonidae son los que segregan una sustancia llamada bufotonina que, inhalada, inyectada o ingerida, hace al ser humano sufrir alucinaciones. A nivel químico, la bufotonina se llama N-dimetil-5-hidroxitriptamina.
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