Durante las últimas dos décadas, Noi Jaitang ha visto morir, en un macabro goteo, a la mayor parte de sus familiares. La primera fue su suegra; un cáncer se comió sus pulmones. Después vino su madre, una mujer también mayor, por lo que su cáncer de pulmón tampoco les pareció muy sospechoso. Después fueron sobrinos, hermanas y yernos los que murieron, uno a uno, víctimas de tumores en el colon, pecho o la prostata. Todos ellos vivían cerca de Map Ta Phut, uno de los complejos petroquímicos más grandes del mundo.
|
etiquetas: tailandia , cáncer , plástico , contaminacion